viernes, 17 de agosto de 2012

con una gran A de aventura

Esta entrada de ayer en el blog de Manel Fontdevila, donde recupera un texto que le pidieron desde El Periódico de Cataluña sobre alguno de sus álbumes favoritos de Tintín, me ha recordado el que yo escribí para el mismo reportaje, del que ya ni me acordaba. En dicho especial, cuatro páginas dominicales publicadas en mayo de 2007 y coordinadas por Rafael Tapounet con motivo del centenario del nacimiento de Hergé, había columnas de Joan Barril, Manuel Huerga, Carles Santamaria, Víctor Niubò, Jordi Tardà, Ramón de España, Joan Manuel Soldevilla, Manel y un servidor. Yo elegí el primer álbum de Tintín que leí en mi vida, en una biblioteca pública para más señas. Ahí va mi texto:



Vuelo 714 para Sidney (1967) 
Fue el primer Tintín que leí, con nueve años, en la biblioteca del barrio. Tardé varios días en terminarlo, perdido en él, mirando y remirando aquellas viñetas, transportado a un mundo paralelo y completo que estaba contenido en ellas. Publicado en el semanario Tintín entre 1966 y 1967, y como álbum en 1968, Vuelo 714 para Sidney fue, en palabras de Hergé, su retorno a la Aventura, con una gran A, después de Las joyas de la Castafiore. Desde luego. 
En Vuelo 714 vuelve el viaje como filosofía, la acción como expresión del mundo. Y, como siempre, la farsa continua, cada vez más afilada en estos últimos trabajos del belga. Porque este es un álbum desmitificador que, a la vez, sigue siendo la aventura total: un avión secuestrado, una isla volcánica, los restos de una antigua civilización… y una presencia extraterrestre. Hergé, siempre atento a las tendencias, había leído las teorías sobre “antiguos astronautas” de Robert Charroux y Jacques Bergier, e incluso se inspiró en este último para el personaje del iniciado que usa la telepatía sobre Tintín y sus compinches.

Este es también el álbum de las falsas apariencias, ya desde el comienzo, cuando Haddock confunde a un millonario con un mendigo. Los malos están más ridiculizados que nunca, y los supuestos buenos no lo son tanto o, directamente, no lo son. Hay una escena hilarante donde el secuestrado Carreidas —un magnate de la aviación inspirado en Marcel Dassault— discute con su secuestrador, el revivido villano Rastapopoulos, sobre quién es más malo de los dos. “Y además, soy más rico que usted”, apostilla Carreidas. Ambos estaban bajo los efectos del suero de la verdad.

2 comentarios:

Jordi Bravo dijo...

También fue mi primer Tintín, y mi favorito desde entonces. El humor de este álbum es irresistible.

Rocio dijo...

Me encantan las historietas y recuerdo que cuando era chica leia muchas distintas. Como con mi familia viajábamos mucho, recuerdo que en los distintos viajes yo siempre me llevaba algunas historietas para leer, y hace poco tomamos unos Vuelos a Sydney en donde lleve historietas para mis hijos